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Los merengues, los pasteles ligeros y algunos tipos de aderezos requieren blancos de nieve muy firmes. Las claras se vuelven opacas y cremosas, y no gotean ni gotean cuando se levantan con una cuchara. Cuando se hornean o se agregan a la masa, proporcionan una consistencia húmeda y aireada.
Aunque la forma más sencilla de batir la nieve blanca es utilizar una batidora, también puedes batirlos a mano.
Paso 1
Saca los huevos del frigorífico, en la cantidad que indica la receta. Colócalos en la encimera de la cocina durante unas dos horas. Esto los llevará a temperatura ambiente y hará que las claras sean más maleables.
Paso 2
Sostenga un huevo y un separador de huevos sobre un tazón. Estos utensilios de plástico parecen cucharas planas con aberturas a los lados. La parte inferior sostiene la yema, mientras que las aberturas permiten que las claras se escurran en el recipiente. Algunas variedades tienen ranuras que mantienen el separador en la parte superior del recipiente sin que tengas que sujetarlo.
Paso 3
Romper los huevos sobre el separador, uno a la vez. Deseche las yemas o resérvelas si las puede usar más adelante en la receta.
Paso 4
Sostenga el cuenco con un brazo, presionándolo contra su pecho. Empiece a batir las claras de huevo con movimientos circulares rápidos. Deben volverse opacos en unos cinco minutos.
Paso 5
Continúe batiendo hasta que las claras se vuelvan cremosas, lo que debería llevar más de diez minutos. Levanta el fouet sobre ellos; los picos deben bajar ligeramente, lo que indica que no son muy firmes.
Paso 6
Batir un poco más, levantando el fouet sobre el bol cada dos minutos aproximadamente. Cuando los picos de luz ya no caigan, deja de latir. Estos son picos firmes; sus blancos como la nieve están listos.