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El implante dental es una opción eficaz para las personas que han perdido los dientes. Se refiere a la utilización de una "raíz" de metal para que un diente sustituto pueda ser fijado. Esta raíz se inserta quirúrgicamente en el hueso maxilar del paciente. Los buenos candidatos para implantes son aquellos con hueso suficiente en su mandíbula para soportarlos, que tengan encías sanas y que no sean fumadores. Aunque tienen una alta tasa de éxito, todavía existen peligros potenciales asociados al procedimiento.
Los dientes implantados parecen naturales (Christopher Robbins / Photodisc / Getty Images)
infección
Como con cualquier procedimiento quirúrgico, los pacientes que reciben implantes dentales pueden enfrentar el peligro de una infección. Estas infecciones pueden desarrollarse en la encía alrededor de los implantes o en el propio hueso. Si se desarrolla una infección en el maxilar inferior, también puede infectar los tejidos blandos de la boca y la garganta. La infección también puede desarrollarse en cavidades nasales de un paciente. La mayoría de las infecciones, sin embargo, puede ser tratada con éxito con antibióticos. Un paciente que desarrolla una infección debe ver a su dentista inmediatamente.
pausa
Ocasionalmente, un implante dental o la "raíz" de metal puede romperse, y en algunos casos, todo se puede soltar o caer. Los implantes que se rompen corren el riesgo de causar daños adicionales, y por lo general necesitan ser removidos. Para ayudar a evitar la ruptura del implante, el paciente debe abstenerse de comer alimentos duros que puedan dañarlo. Los dentistas recomiendan que coman sólo alimentos suaves durante cinco a siete días después de la cirugía.
Daños a los nervios
Aunque es raro, hay un ligero riesgo de que los pacientes experimenten daño al nervio durante la cirugía de implante. El riesgo de daño en los nervios es mayor cuando el dentista está trabajando en la parte trasera de la mandíbula inferior. El daño a un nervio en esta área puede causar adormecimiento, sensación de hormigueo o dolor en la mandíbula, encías, dientes, barbilla y labios. Dependiendo del paciente, estas sensaciones pueden ser temporales o permanentes.
osteointegración
Después de la cirugía, el implante dental se integra al hueso circundante, en un proceso llamado osteointegración. Sin embargo, es posible que la pieza no se integre apropiadamente con el hueso maxilar y dientes naturales vecinos. Si el implante no se integra correctamente, también puede no funcionar correctamente, provocando algún malestar al paciente. La osteointegración falla puede ocurrir cuando el paciente ejerce una presión excesiva sobre la mandíbula antes de que el implante se haya fundido correctamente.
Daño al seno nasal
Durante la cirugía, es posible que el implante se extienda hasta las cavidades nasales de un paciente durante el proceso de perforación. Esto puede dañar la cavidad sinusal o llevar a una infección. Si el paciente tiene el riesgo de una complicación relacionada con el seno nasal, puede hacer una cirugía de elevación del seno nasal. Esta cirugía implica el aumento de la altura del hueso de la mandíbula, haciendo más fácil para el dentista insertar el implante dental.