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A diferencia de otros metales, el proceso de corrosión del aluminio no implica óxido. Cuando se expone al oxígeno directamente, la superficie de aluminio comienza a ponerse blanca y puede desprenderse. Este proceso se llama oxidación y se acelera mediante la exposición al oxígeno puro. La capa de óxido blanco realmente protege al metal de una mayor oxidación. Por esta razón, el aluminio es ideal para uso en exteriores, debido a su resistencia natural a la oxidación. Se usa comúnmente en automóviles debido a su bajo peso y propiedades resistentes a la corrosión.
Paso 1
Limpiar la superficie de aluminio para eliminar la suciedad o la grasa. Si el aluminio es particularmente aceitoso o grasoso, límpielo con agua caliente y jabón y luego déjelo secar.
Paso 2
Lije la superficie de aluminio para eliminar cualquier capa protectora que se haya aplicado durante el proceso de fabricación.
Paso 3
Coloque el aluminio donde pueda recibir un flujo constante de aire fresco. Para acelerar el proceso de oxidación, colóquelo frente a un tanque de oxígeno y abra ligeramente la válvula. El oxígeno puro crea un ambiente perfecto para la oxidación.