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En países en desarrollo con acceso limitado a combustibles fósiles, como petróleo y gas, la gente tuesta madera y otros materiales fibrosos, como cáscaras de coco, para reducirlos a carbón. El proceso de horneado de estos materiales elimina los componentes que retrasan la combustión, como el agua y el alquitrán, y quema gases de hidrógeno y metano altamente combustibles. El resultado es un carbón con alto contenido de carbono que se quema uniformemente y produce una mayor cantidad de calor que la materia prima original. El proceso de convertir las cáscaras de coco en carbón utiliza un horno o tambor especial para eliminar toda la humedad de las cáscaras, sin convertirlas por completo en cenizas.
Paso 1
Limpiar las cáscaras de coco y quitar las fibras del exterior. Las fibras externas de la cáscara del coco son altamente inflamables y se incendiarán en lugar de cocinarse.
Paso 2
Deje que las cáscaras de coco se curen durante seis meses. Guárdelos en un lugar cálido y seco. Esto eliminará la mayor parte de la humedad de las cáscaras y les permitirá carbonizarse en lugar de quemarse en el horno.
Paso 3
Coloque las cáscaras de coco en un tambor u horno de carbón, especialmente desarrollado para la producción de carbón. Estos hornos evitan que las cáscaras de coco tengan contacto directo con las llamas y permiten controlar el flujo de aire. El calor dentro del horno crea un ambiente para el secado.
Paso 4
Reducir o aumentar la entrada de aire en el horno para mantener una temperatura de 260 a 482 ° C. Las conchas producirán pequeñas llamas. Sin embargo, mientras la temperatura promedio del horno permanezca por debajo de 482 ° C, el proceso creará más carbón que cenizas.
Paso 5
Cocine las cáscaras de tres a cinco horas, hasta que pueda perforarlas sin romperse.
Paso 6
Retirar las brasas de coco del horno y dejar enfriar.
Paso 7
Rompa las cáscaras de coco carbonizadas en trozos más pequeños, si lo prefiere.