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Los tomates crudos se pueden congelar enteros, cortados, en rodajas o en puré, con o sin piel. Cuando se descongelan, los tomates no permanecen sólidos, por lo que es mejor usarlos para cocinar salsas, sopas y pimientos. Según la Universidad de Nebraska, pueden permanecer congelados hasta por ocho meses. Recuerde fijar la fecha de congelación en el recipiente, para saber cuándo descongelar.
Paso 1
Retire las ramas de tomate.
Paso 2
Frote los tomates con agua corriente. Séquelos suavemente con una toalla de papel y déjelos secar unos minutos.
Paso 3
Corta la cicatriz del tallo y el área circundante. Corta los tomates al gusto si vas a quitarles la piel. También puedes dejar los tomates enteros, con piel.
Paso 4
Retire la piel del tomate fácilmente dejándolo en agua hirviendo durante 30 a 60 segundos. Colóquelos en un recipiente con agua y hielo inmediatamente y quíteles la piel. Corta los tomates pelados al gusto y quita las semillas.
Paso 5
Congele tomates enteros o cortados en una sola capa en una bandeja para hornear. Después de unas horas, transfiéralo al empaque del congelador. Fije la fecha y guárdelos lejos de la puerta del congelador para evitar daños y variaciones de temperatura.