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Los pisos laminados están diseñados para permanecer en su lugar sin clavos ni pegamento, lo que los hace muy fáciles de instalar; solo necesita unir los lados de la lengüeta y la ranura de las tablas, cortarlas en los extremos y colocar el rodapié sobre los bordes para mantener todo en su lugar. Sin embargo, una desventaja es que si su piso laminado se inunda o sufre otros daños y deformaciones, se abultará alrededor de la tabla dañada. Afortunadamente, esta es una solución muy simple.
Paso 1
Determine qué pared paralela está más cerca del área dañada (las paredes paralelas son las dos paredes que corren en la misma dirección que las tablas del piso). Utilice su martillo y palanca para quitar el rodapié de la pared paralela más cercana y las dos paredes perpendiculares. Retírelo con cuidado para que pueda volver a colocarlo al final. Deje el rodapié en la pared paralela más distante.
Paso 2
Trabajando en la pared paralela más cercana, comience a quitar las tablas del piso. Quítelos tirando de las tablas exteriores de la siguiente fila, separando las conexiones de lengüeta y ranura. Debe haber un espacio entre el borde del piso y la pared (previamente ocupado por el zócalo) para permitirle comenzar.
Paso 3
Continúe quitando las tablas del piso en esta dirección, trabajando hacia las tablas curvas. Apile las tablas que quitó con cuidado, manteniendo un registro de dónde están.
Paso 4
Cuando llegue a las tablas curvas, retírelas y coloque las nuevas en su lugar. Luego, vuelva a colocar el piso en el orden inverso al que desmontó, trabajando en esa dirección hacia la pared. Asegúrese de que las tablas que se cortaron al final tengan el mismo aspecto que antes, de modo que los lados cortados queden hacia las paredes, con un espacio de 60 mm a 1,2 cm hasta las paredes.
Paso 5
Después de que todo el piso esté nuevamente en su lugar, use el predicador para instalar el zócalo nuevamente, cubriendo el espacio que quedó vacío hasta la pared.