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Las puertas correderas se deslizan a lo largo de una pista al abrir y cerrar. Esta pista los mantiene en su lugar mientras tanto. Las poleas se colocan en la base y encima de la puerta para moverla a lo largo de ella. Cuando las poleas se desgastan, ensucian o necesitan grasa, la puerta puede bloquearse, imposibilitando su apertura o cierre. Consulte siempre el manual de la puerta para encontrar el método de extracción correcto para el modelo.
Paso 1
Levante la puerta si está apoyada por la parte inferior, de modo que la parte inferior quede ligeramente por encima del riel. Tire hacia adelante de modo que quede inclinado y deslícelo fuera de su lugar. Cuando la puerta cuelgue por encima, levántela después de alinear las ranuras en el riel y la puerta e inclínela hacia afuera para liberar las poleas a través de las ranuras y quitar la puerta.
Paso 2
Revise las poleas y limpie la suciedad o los escombros adheridos con un paño.
Paso 3
Rocíe un lubricante en las poleas y pruébelas con el dedo. Deben girar libre y libremente.
Paso 4
Revise el riel y limpie la suciedad o los desechos con un paño. Además, busque giros que puedan evitar que la polea gire libremente a lo largo de ella. Repare el riel con cuidado moviendo el metal lentamente.
Paso 5
Vuelva a colocar la puerta en su lugar y pruebe el movimiento de las poleas.