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En la revolución social y económica de la era victoriana (1837-1990), la nueva clase media desarrolló un estricto código de etiqueta y buenas maneras que reflejaron su posición y estado. Ayudadas por el flujo de libros de conductas y guías, las mujeres, en particular, eran enseñadas como comportarse en una variedad de situaciones y coyunturas sociales.
Buenas maneras se consideraba una marca de refinamiento (Brand X Pictures / Brand X Pictures / Getty Images)
En la calle
Cuando una mujer victoriana caminaba en la calle, se esperaba que mantuviera buenas maneras. Al atravesar, por ejemplo, era considerado vulgar levantar el vestido con ambas manos. En vez de eso, ella debería levantar la falda con la mano derecha y tirar hacia la derecha. Si viera a una amiga o conocida, las buenas maneras decían que ella no debería llamarla o acercarse y besar. En realidad, lo recomendado era educadamente saludar, preguntando sobre la salud. En el caso de ser un hombre, debería cortésmente inclinarse y evitar de usar el nombre de bautismo de él.
Anunciando una visita
Una mujer victoriana bien educada siempre anunciaría su visita a una amiga o la llegada a una ciudad con una tarjeta. Las visitas eran esperadas para ocurrir en la tarde y con una duración de 15 minutos. Si una mujer no deseaba ser avisada, ella debía instruir al sirviente para decir que no estaba en casa. Para las mujeres que recibían una tarjeta, ella estaba obligada a responder, en persona o con otra tarjeta, de acuerdo con las maneras apropiadas.
comida
Buenas maneras victorianas también se extendían a la mesa de comedor. Cuando estaba sentada a la mesa, era considerado grosero usar guantes, estornudar, toser, colocar los codos o sentarse lejos. Al comer, una mujer jamás debería comer con la boca abierta, tomar sopa ruidosamente o cortar el pan con el cuchillo. Cuando un plato era presentado, tenía que servir primero antes de pasar adelante. Al terminar de comer, ella debería pedir permiso para el anfitrión para salir de la mesa.
Bailes
Asistir a los bailes era el destaque en el calendario de la vida social victoriana y una oportunidad para socializarse con amigos. No estaba, sin embargo, libre de las normas de las buenas maneras. De acuerdo con "Etiquette for the Ball Room" (o "Etiqueta para el baile" de Lucien O'Carpenter, mujeres con buenas maneras siempre cepillaban sus cabellos, conferían su apariencia y ponían guantes antes de entrar en la sala de estar y que no se sienten como si fueran a ver a un hombre que no le gustaba, y que no se quedaba solo con un caballero que le es extraño por no haber sido formalmente presentado.