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Las abejas africanas, también conocidas como abejas asesinas, fueron traídas a América del Sur en la década de 1950, para producir abejas más eficientes adaptadas a las regiones tropicales de Brasil. En cuanto se introdujeron, empezaron a reproducirse con otras especies de abejas, como la abeja europea, formando un híbrido de las dos abejas. Las abejas africanas son más proteccionistas en relación a sus colmenas y atacan más agresivamente. 190 muertes por ataques de abejas africanas fueron reportadas entre 1988 y 1993, según el U.S. National Library of Medicine.
Choque, coma y muerte
Choque y coma son las reacciones más serias al ataque de abejas africanas e indican que el cuerpo es incapaz de lidiar con la gran cantidad de veneno en circulación por el sistema. El coma ocurre cuando el cuerpo suspende procesos vitales para proteger órganos vitales. La muerte ocurre cuando el sistema de la víctima es completamente destruido por el veneno y el fallo de los órganos ocurre.
Debilidad, mareo y fatiga
Múltiples picaduras de abejas africanas pueden hacer que la víctima experimente debilidad, mareo y fatiga. La mayoría de estos efectos son el resultado de 50 o más picaduras simultáneas de esas abejas, lo que puede causar una acumulación de veneno en el cuerpo de la víctima. A pesar de serios, estos síntomas son causados por ataques no letales de las abejas africanas, pero todavía se aconseja buscar tratamiento médico, según el U.S. National Library of Medicine.
Vómito y diarrea
Vómitos y diarrea también son efectos colaterales que normalmente resultan del ataque de una abeja africana. Un enjambre de 100 o más abejas libera una cantidad grande de veneno, que va al sistema de la víctima. El cuerpo responde tratando de expulsar las toxinas, a través del vómito y de la diarrea.