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A principios del siglo XVI, Hernando Cortés estaba decidido a destruir la pequeña semilla de chía, que los aztecas creían que les daba energía mística. Cortez comenzó a quemar acre tras acre de plantaciones de chía. Conquistó México, así como todo el imperio azteca. Más de 500 años después, la semilla que pensaban que se había perdido se está cultivando una vez más. Puede cultivarlo usted mismo y aprovechar este jardín fresco.
Paso 1
A fines de la primavera o principios del verano, observe las características físicas de su plantación de chía. Las plantas maduras pueden crecer de tres a cuatro centímetros en clima seco y pueden alcanzar una altura de 60 centímetros en excelentes condiciones de drenaje, pleno sol y abundante agua. Las hojas deben ser de color verde oscuro, gruesas y arrugadas. Cada hoja debe tener lóbulos profundos con una fina capa de pelo gris y fino en la superficie. Las plantas deben tener muchos pies creciendo desde su base. Las flores bilabiadas deben variar de azul claro a azul índigo. Cada flor debe tener 13 semillas pequeñas y planas de 1,5 a 2 milímetros.
Paso 2
Al final del verano, busque grupos de semillas listas para cosechar. En este momento, las flores de chía deben estar amarillentas y secas. Sostenga el recipiente de plástico con una mano y golpee los grupos de semillas con un nuevo batidor de plástico o matamoscas con la otra mano. Haz que las semillas caigan en la maceta.
Paso 3
Forre una bandeja grande y poco profunda con una malla de alambre fino y tamice las semillas para eliminar la paja, las partes de insectos, la suciedad y cualquier otro residuo. Transfiera las semillas de la bandeja a un recipiente grande de plástico con pico. Vierta las semillas del bol en una bolsa con cremallera y póngalas en el refrigerador.