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Los árboles más altos y más antiguos de los días de hoy son coníferas, que surgieron por primera vez hace unos 350 millones de años. Distinguibles por las piñas y las hojas en forma de aguja, algunas especies son caducifolias, aunque la mayoría son perennes. Las coníferas tienen ciclos de vida únicos debido a la forma en que se reproducen y crecen. Debido a esa singularidad, muchas de ellas viven por hasta un siglo, mientras que algunas todavía sobreviven por miles de años.
Los árboles coníferos son algunas de las plantas más altas y más antiguas del planeta (Photos.com/Photos.com/Getty Images)
Proceso de reproducción
Una de las mayores ventajas de las coníferas que les permitió sobrevivir por millones de años es su capacidad de producir piñas. La mayoría de las plantas se reproduce por medio de flores y frutas y depende de la ayuda de insectos y otros animales para ser polinizadas. Las coníferas no necesitan otros seres vivos para germinar; en vez de eso, sacan provecho del viento para polinizar sus óvulos. Sus piñas también son resistentes y han sido biológicamente diseñadas para liberar semillas germinadas solamente cuando las condiciones climáticas son adecuadas. Algunas especies no abren sus pinas germinadas por meses o incluso años, a menos que el árbol "perciba" la condición del tiempo, posibilitando el crecimiento de las semillas.
fertilización
La mayoría de las coníferas pueden producir tanto piñas masculinas como femeninas; generalmente, producen más pecas masculinas que femeninas. Ellas lo hacen para asegurar que haya polen suficiente liberado en el viento para que las pecas femeninas germinen. Cuando el polen alcanza los óvulos, se desarrollan y producen semillas germinadas que tienden a presentar extensiones semejantes a plumas para permitir que el viento las lleve fácilmente. Una vez que las condiciones climáticas son adecuadas, la pina femenina abre y libera las semillas germinadas. Si el viento es lo suficientemente fuerte, algunas semillas pueden viajar varios kilómetros antes de aterrizar.
crecimiento
Como en la mayoría de las plantas, las semillas de coníferas necesitan estar en el suelo para crecer. Como en el caso de otros seres vivos, la primera fase de la vida es la más crucial. En esta etapa, su crecimiento se centra en el tronco, las agujas y las raíces. Todos los otros procesos biológicos, como la producción de una pina, están suspendidos. Como las coníferas poseen agujas en lugar de hojas, tienen más probabilidades de supervivencia que la mayoría de las plantas, ya que estas agujas están recubiertas por una cera que preserva la humedad, evitando el resecamiento hasta en los climas más rigurosos. Muchas coníferas también pueden preservar sus agujas en el invierno, lo que les permite almacenar energía y estar listas para el sol cuando llegue.
Estructura vascular excelente
Además de sus hojas peculiares y de su proceso de reproducción, la estructura vascular de las coníferas también es ventajosa. Las plantas vasculares tienen tejidos en los que circulan nutrientes en todo el sistema, garantizando un crecimiento fuerte y sano. Esta estructura vascular posibilita que las coníferas crezcan bastante y mantengan sus grandes troncos.