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La miel es un alimento natural con propiedades únicas. Se ha utilizado durante milenios como ingrediente en alimentos, bebidas y medicamentos. Hervir la miel altera algunas de sus propiedades físicas y químicas.
Algo de sabor se pierde
Los sabores de la miel son delicados y se pierden fácilmente cuando se cocinan. Una regla general es: "Si hace demasiado calor para tu mano, hace demasiado calor para la miel". La miel tiene diferentes sabores según la planta de la que se deriva. Por ejemplo, la miel de azahar tendrá un sabor diferente al de la miel de trébol. Al preparar productos de miel, como mulso, una bebida alcohólica hecha de miel, se recomienda no hervir la miel. La ebullición también es innecesaria porque la miel tiene sus propias propiedades antimicrobianas.
Algunas enzimas mueren
Toda la miel contiene enzimas y bacterias naturales. Estos microbios son los que evitan que la miel se eche a perder. La miel es el único alimento que nunca se echa a perder. Cuando la miel se hierve, las enzimas y las bacterias que contiene mueren, dejando la miel vulnerable a estropearse.
La miel se hará más espesa
Cuando hierve una sustancia que tiene la consistencia de un almíbar, como la miel, parte del agua que contiene se evaporará, dejando el resto de la miel más espesa que antes. La miel hervida que se ha dejado enfriar se verá más como un caramelo que como un almíbar. Sin embargo, la miel es higroscópica, es decir, atrae el agua; por lo tanto, si se deja abierta, la miel recuperará la humedad.
Los cristales se disolverán
A menudo, un vaso viejo de miel se separará en una sustancia blanca dura y quedará un poco de líquido. Esto sucede cuando los azúcares de la miel forman cristales (la parte blanca y dura). Esto es normal, todavía se puede usar miel. Si se coloca un vaso de miel en un baño de agua (no completamente sumergido), los cristales de azúcar eventualmente se disolverán y la miel se volverá líquida nuevamente.