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La lavanda puede servir para una variedad de propósitos. Puede secarse y usarse en popurrí, incorporarse en recetas de comida, mezclarse con jabones y velas, y usarse como hierba calmante para aliviar los dolores de cabeza o ayudarlo a dormir. En el jardín, la lavanda repele varios animales, como moscas y mosquitos. En interior, proporciona un aroma suave y una vista atractiva con sus flores. Si se tratan adecuadamente, estas plantas pueden crecer con éxito en interiores.
Paso 1
Plante la lavanda en una maceta lo suficientemente grande como para que el tallo de la planta esté de 5 a 7,5 cm de distancia de sus bordes. Asegúrese de que la maceta tenga orificios de drenaje en la parte inferior.
Paso 2
Use tierra cultivada o de jardinería mezclada con un puñado de arena, que ayudará a drenar la tierra, cal, que mejorará el pH del suelo, y la mezcla de compost, que ayudará a que la planta crezca temprano.
Paso 3
Coloque la maceta en una ventana que reciba mucha luz solar, preferiblemente con seis o más horas de luz solar al día. Cuanto más luz solar directa reciba la planta, mejor.
Paso 4
Riega la lavanda hasta que toda la tierra esté húmeda, sin remojarla. No vuelva a regar hasta que la tierra esté seca al tacto. Regar en exceso puede matar la lavanda.
Paso 5
Coloque un recipiente debajo de la planta para recoger el agua drenada. Este recipiente debe vaciarse regularmente, ya que si las raíces de la planta permanecen húmedas durante mucho tiempo, se pudrirán y la lavanda puede morir.
Paso 6
Considere sacar la maceta con la planta de la casa durante la primavera y el verano si el clima es cálido. La luz solar y el aire fresco son buenos para la lavanda.