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Una monarquía constitucional es aquella en la que un monarca actúa como jefe de estado, pero el gobierno del país está vinculado a una constitución escrita o no escrita. Por tanto, las monarquías constitucionales tienen poco o ningún poder real. Un gobierno monárquico es aquel en el que todo el poder está en manos de una persona, que gobierna por ley hereditaria en lugar de cualquier forma de selección.
Difusión del poder
Un monarca que gobierna con poder querrá darle ese poder a las personas en las que confía. Esto significa que se entregará a personas vinculadas por familia o por algún medio de dependencia. La capacidad de una persona para desempeñar sus funciones será de importancia secundaria. Por lo tanto, los niveles de gobierno serán ineficientes. El monarca también puede permitir que quienes reciben el poder lo ejerzan en su beneficio. Por tanto, es más probable que se produzca corrupción.
Un sistema de clases
Una forma en que el monarca mantiene su poder es delimitando la riqueza y el poder a través de clases rígidas de personas. En un sistema feudal, por ejemplo, el monarca era el dueño de todas las tierras. Algunos les dio a los barones que, a cambio, pagaban impuestos o suministraban a los soldados. Los barones cedieron tierras a los caballeros, que pagaban impuestos o prestaban sus servicios como soldados. Los caballeros permitieron a los campesinos cultivar la tierra a cambio de algo de trabajo gratuito para el caballero. Este tipo de sistema hizo posible que el monarca mantuviera el control, pero hubo poco movimiento entre clases.
Guerras
El estallido de las guerras podría decidirse a capricho de los monarcas. El factor decisivo no serían los crímenes de un enemigo, sino que dependía del carácter y la personalidad del monarca. Si era un déspota exitoso, podría expandir su territorio y dominar a más personas. Esto no solo significó que naciones y continentes podrían ser invadidos durante muchos años, sino que innumerables personas murieron innecesariamente.
Sin exclusividad
Dado que el país estaba gobernado por un monarca hereditario y la tierra y el poder se heredaban y no se adquirían, el gobierno permanecía en manos de un pequeño número de familias. Esto significó que la mayoría de las personas fueron excluidas de cualquier noción de participación en la toma de decisiones políticas. No hubo oportunidades de obtener libertades civiles o derechos individuales.