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Los ácaros de la oreja son pequeños insectos que cavan los oídos de perros o gatos. Se parecen a manchas de suciedad o acumulación de cera del oído. Estos parásitos también causan picazón en los oídos del perro o del gato. Si los animales no reciben el tratamiento adecuado, estos insectos terminarán causando heridas, enrojecimiento y dolor en sus oídos. Los ácaros de la oreja son muy contagiosos y se extienden a otros animales domésticos fácilmente, por lo que es muy importante quitarlos de su mascota tan pronto como sea posible.
curación
Asegúrese de que el animal realmente tiene ácaros y no sólo suciedad en la oreja, ya que ambos tienen la misma apariencia a los ojos de los laicos. Utilice un pañuelo de papel para limpiar las manchas en el lado interno del oído del perro o del gato. Sacuda el pañuelo sobre un pedazo de papel blanco. Utilice un microscopio o una lente de aumento para ver si las manchitas se están moviendo. Si no están, se trata sólo de suciedad, que puede limpiarse con una solución de una parte de sal marina para diez partes de agua, o una parte de agua oxigenada para ocho partes de agua. Limpie la oreja del animal con un pedazo de tela empapada en la solución. Si la suciedad no regresa es porque no tiene ácaros.
Si, sin embargo, la suciedad parece estar moviendo, el gato o el perro está con ácaros.
Libere a su animal doméstico de estos insectos limpiando sus orejas a menudo con la solución de agua y sal. Después de limpiarlas, coloque una pequeña cantidad de vinagre en un paño suave y limpie el oído del animal. El vinagre exterminará los ácaros restantes. Este método debe repetirse varias veces durante algún tiempo.
Visita al veterinario
Intente una solución homeopática, lavando la oreja con agua y sal y aplicando vinagre. Esta solución sólo se puede intentar durante una semana. Si no funciona, busque un veterinario, ya que los brotes de ácaros seguidos pueden ser peligrosos para la salud de su mascota. Como son infestaciones, normalmente es necesario el uso de medicamentos para exterminarlos. Una o dos dosis de antibióticos pueden matarlos más rápidamente que los remedios homeopáticos.